Si nuestros ingresos no son ilimitados, si no encontramos la cueva de Alí Babá ni tenemos la lámpara de Aladino, nos urge aprender a establecer prioridades.
Con el dinero con el que contamos tenemos que cubrir nuestras necesidades. No cabe duda.
Y para no andar viviendo asustados debemos separar el dinero de los gastos de los que no podemos prescindir. Y por supuesto que esos gastos no empiezan por el dinero para ir de paseo sino por el dinero para pagos de alimentos y servicios básicos.
Conozco padres que creen que primero es invertir en comprarle un teléfono móvil de última generación a la hija que pagar la cuota mensual de su escuela.
Muchas veces el dinero no alcanza ni para lo principal, es cierto. Pero la solución no pasa por "hacernos los locos" y destinar nuestro poco dinero para lo que no es vital.
Así que, a sentarse y escribir qué no puede dejarse de pagar, empezando por lo indispensable, y repartiendo bien lo que tenemos de dinero.
Continuaremos.
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