Las posesiones (ya sea que se trate de poseer un imperio comercial o un traje) dan un nivel de satisfacción, de orgullo, de poder.
Por ello, si no nos detenemos a pensar antes de comprar, podemos cometer graves errores.
Antes de comprar algo, por lo menos deberíamos pensar lo siguiente :
1. ¿Tengo con qué pagarlo?
2. ¿Realmente lo necesito?
Porque si pagarlo va a significar que necesitaré un préstamo o que quitaré dinero de otro uso vital para ponerlo en este pago, ya vamos mal encaminados. Especialmente pedir dinero prestado o crédito para una compra, es ponernos la soga al cuello, porque tendremos ansiedades y gastos multiplicados sin fin.
Y si realmente no lo necesito tanto, y si no me sobra el dinero para gastos y gustos extras, ¿para qué lo compro?
Nos conviene aprender a no presionarnos a nosotros mismos para comprar y comprar. Y , también, enseñar a la familia que amor no significa dar y dar cosas nuevas. ¿Qué alegría puede haber en comprar para dar (o darnos) algo si luego estaremos angustiados?
Lo que hay que renovar todos los días en nuestros hogares es el amor. Es la mejor inversión y no necesita del dinero.
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