Hoy en día, como todos queremos ser o parecer modernos, ya no resulta de "buen gusto" hablar de virtudes.
La parabra "valores" ha venido a ser la palabra en uso y de moda.
Y todos hablan de dar valores, enseñar valores, tener valores, pero casi nadie los vive porque ni acaban de entender qué significan los valores.
No tengo nada en contra de esta palabra, todo lo contrario, ¡bienvenida sea! Pero el problemita está en que cuando se habla de valores puede haber un trasfondo de "modernismo" que descarta a Dios de la vida humana.
Y -entonces- surgen las dificultades porque sin Dios no hay personas auténticas. Surgen los "grandes" hombres y mujeres de letras, de ciencias, del arte, de la política y etc., pero cuando los vemos en su vida pública y privada resultan ser unas pobrecitas gentes hasta dignas de lástima por la confusión en que viven y arrastran a otros a vivir.
Por eso prefiero decir : dale virtudes a tus hijos.
Dales esa fuerza, esa integridad, esa disposición para reconocer y elegir lo mejor y más noble, lo más digno, lo que los hace parecerse a su Creador.
Lo que, finalmente, los llevará a ser felices, útiles y prósperos en el tiempo y bienaventurados en la eternidad.
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