La experiencia nos ha enseñado que la vida sería terriblemente complicada si no nos pudiéramos ayudar con los hábitos de conducta.
Todo sería nuevo, desconocido, un reto diferente a cada momento y ¿cómo podríamos arreglarnos en el día a día, en el hora a hora de vida?
Por ello no desprecies o descuides la enseñanza de buenos hábitos. Esas conductas que "hacemos por costumbre" y que prácticamente nos salvan, porque son como recursos automáticos a nuestra disposición.
Empieza pronto. No esperes que tu hijo cumpla 10 o 20 años para creer que recién es el momento de comenzar a formarle hábitos buenos.
Ten en cuenta que los hábitos sólo se forman con perseverancia. No creas que en un día ya se los enseñaste. Necesitan de la repetición, además de las palabras de consejo.
Y recuerda que tu hijo siempre adquirirá hábitos para poder vivir. Pero si tú no le enseñas los convenientes, aprenderá de los malos.
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